Fiesta en el templo
Kanchipuram es muy famosa por sus saris de seda, pero además es una ciudad llena de templos y peregrinos que acuden a ellos. La verdad es que pasamos un día fantástico, después de 2 horas de autobús traqueteante, polvo y calor, bocinazos a tope y unos cuantos sustos en la carretera (adelantamientos imposible, básicamente).... Que se repitieron a la vuelta, claro. :-)
Entre todos los templos, el que nos regaló una experiencia inolvidable fue el Templo de Ekambareshvara, ya que ése día era fiesta y cuando llegamos se estaba llenando de gente, las mujeres engalanadas con sus saris de seda y colores brillantes, los niños... No teníamos ni idea, íbamos sin guía, y entramos como cualquier otro... Nada más entrar, vemos que hay varios chiringuitos de "chuches", en el propio patio del templo, globos, etc. Éramos los únicos turistas, y la gente nos miraba sonriente, y cuando se nos ocurrió sacar la cámara... Bueno, muchos querían posar, incluso nos preguntaban cuántas rupias pedíamos por las fotos, como si lleváramos polaroid, claro (y me dio pena no llevarla, para dárselas, vista su ilusión... No para cobrarlas! .-)).
Este templo es el más grande de Kanchi (así la llaman sus habitantes), y en el centro tiene un estanque sagrado donde la gente se baña y bebe, en busca de la purificación. Todo él está pintado de colores brillantes, tipo Disney, como son característicos de los templos del sur de la India. Su gopura (esa torre característica de estos templos), pintada de amarillo-beige, mide al menos 60 m. De altura.
Un poco más allá, hay un enorme árbol de mango, que representa el árbol donde Shiva y Kamakshi se casaron, y donde acuden las mujeres a pedir fertilidad, dando tres vueltas alrededor de su tronco. También se pide suerte en problemas económicos, o encontrar marido para sus hijas...
Desde luego, la amabilidad de las gentes, su alegría, y el revuelo no intencionado que provocamos al perdernos en este rincón, marcó la diferencia de este templo.


