Sebastian Muñoz
Templo budista invadido por la naturaleza en Tokio.
El Templo Seiganji, que se ubica en la zona norte de Tokio, a pocos metros de la orilla del río Sumida, me impresionó desde el primer momento por la cantidad de naturaleza que se encuentra en su interior.
La entrada al lugar está marcada con una sencilla lámpara de concreto antigua y un pasillo rodeado de árboles. Una vez atravesado, el sendero lleva a una explosión de colores –cuyos tonos dependen de la estación en que se visite-. En verano, el verde lo domina todo; desde los espacios entre las esculturas hasta los alrededores del salón principal. En el cementerio, un árbol de “moomiji” cubre una de las tumbas con un rojo intenso que hace que por momentos parezca falso.
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