Tequileando voy.
Destino que en su nombre lo dice todo. Un lugar apto para conocer y degustar su historia, su cosmovisión, su gente, sus rincones y sus bebidas.
Me tocó conocer este rincón por chiripa, aunque me queda a una hora de distancia no había tenido la fortuna de adentrarme a su mágia. Estaba de paseo por carretera en época de vacaciones y la carretera y su paisaje hicieron su jugada.
Después de recorrer algunos kilómetros de sol y asfalto, el hermoso paisaje agavero, patrimonio de la humanidad, me llevo a Tequila, y desde que recorrí sus primeras calles me quede encantado por su estilo campirano casi intacto, como congelado en el tiempo. Sus callejones, sus casas, sus haciendas, su excelente clima, su gente, su paisaje.
Rápidamente se convirtió en mi rincón preferido. Excelente opción para disfrutarlo con la mejor compañía con quien se pueda compartir una aventura inolvidable. Tequila lo ofrece atracciones para todos los gustos. Desde el mercado de las comidas hasta lujosos restaurantes. Una mítica cantina, haciendas que mantienen su historia a través de su prestigio y leyendas de sus personajes más emblemáticos, las empresas más importantes a nivel mundial. Y no podía faltar, el acercamiento al proceso de elaboración de la mejor de las bebidas.
Recorrerlo de día o de noche resulta impactante para todos nuestros sentidos. Un lugar que enamora a locales y extranjeros y que puede presumir ser el pueblo más famoso del mundo, que con sólo escuchar su nombre sabes que se habla de México.
Mi rincón favorito de ahora en adelante se llama Tequila.
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