un Tesoro para los Católicos
Lo más destacable del Tesoro de Santa Fé es que lograra sobrevivir a los estragos que causó la Revolución Francesa de 1789 no sólo en las cabezas de la familia real francesa, sino en todo lo concerniente a las propiedades de la Iglesia. En 1792 un decreto anunciaba que «todos los bienes en oro, plata, cobre o bronce, que puedan ser convertidos en moneda, y que se encuentren en las iglesias, serán enviados de inmediato a la Casa de la Moneda de Toulouse.»
El sacerdote André Bénazech y varios pueblerinos se apoderaron del tesoro, pero no para robarlo, sino para enterrarlo y preservarlo para el futuro. Cuando los representantes de la Revolución llegaron al pueblo, se adjudiquó el robo a unos transeuntes. Cuando terminaron los convulsos tiempos de la Revolución, todas las piezas fueron rescatadas de sus escondites y expuestas de nuevo, actualmente en lo que fue antiguo refectorio de los monjes.