Alvaro Suarez
Nuestra guía nos llevó a este restaurante a comer después de subir al Nido del Tigre.
Un lugar acogedor, personas siempre con ganas de agradar y con una bonita sonrisa. Como en el resto de los sitios en los que hemos comido en Bután, no pudimos elegir, ni si quiera ver la carta si existiera...
Directamente nos trajeron un montón de cosas en una especie de menú degustación en el que no paran de servirte y reponer platos hasta que estés más que lleno. De postre la mujer del restaurante nos trajo una manzana cortada en un plato y nos dijo muy orgullosa y contenta que era de su propio jardín y que acababa de cogerla.
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