Tan animada y bonita
Al mirar la vega del Duero desde la Colegiata de Santa María la Mayor, una joya del románico zamorano comenzada a construir en el 1100, o desde los restos del Alcázar, uno entiende que Toro haya sido un lugar habitado desde épocas celtibéricas. Lo que se ve es impresionante. Agua, horizonte y tierras entran en una sola mirada.
Toro ha sido reino independiente, sede de la corte de Castilla y España, importante centro de órdenes militares y religiosas, morada de judíos y árabes. Tanta historia diversa vive en armonía asomada a sus calles. La puerta de la Corredera o la del Postigo -restos de la segunda muralla- son el acceso a un mundo de preciosas piedras blasonadas, profanas y benditas, muchas de ellas magníficas muestras del románico mudéjar.
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