Y San Rafael, gobernó la ciudad.
Había visto este tipo de expresiones de fervor y arte en varios lugares de Europa, sobre todo en el centro y sur. Países como Hungría, Austria, Eslovaquia o la mismísima y piadosa Italia, levantaron, todas por la misma razón altísimos conjuntos donde normalmente se exaltaba a la Virgen María y se le daba gracias por los favores recibidos. Lo habitual era que la homenajeada hubiera detenido tal o cual brote de peste negra, o fiebres, o epidemias varias.
Córdoba me sorprendió, porque es de las pocas ciudades ibéricas que imitó esta moda de aquellos años de graves enfermedades y muertes.
Cuenta la historia y los hechos, que un grave brote de peste anduvo aniquilando cordobeses allá por la década de 1650, y que puestos bajo la advocación del arcángel San Rafael, la ciudad ciudad consiguíó salir adelante.