E.Sonia Requejo Salces
Tadmor o puesto de guardia
Al dejar Damasco poco a poco la soledad y el vació predominaron en aquella ruta hacia el oasis del desierto sirio. Una ruta legendaria que unía mundos y culturas, muy diversas en la lejanía.
La bella Palmira, sus ruinas entorno al oasis de Afqa enclavada entre Damasco y el Eufrates. Inolvidable, tan hermosa como imborrable en mis recuerdos y de los que la hayan conocido, antes de ser convertida en polvo.
Una de las ciudades de la ruta de la seda, que prosperó por la estratégica posición, florecimiento y riquezas. Con el comercio de las caravanas que venían de Irak, Líbano, Palestina, Jordania o India hacia el paso de Siria.
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