Con la ceniza del volcán
Aquí, hoy. Y esta luz que brilla en el borde mi taza. Quizá es eso, la luz, esta luz, esta luz de Unzen, de las cumbres entre nubes que es lo que significa Unzen. Sí, me lo han dicho. Este lugar misterioso. Este lugar que huele a azufre y te sostiene en la cima de las montañas. De las montañas que son volcanes junto al mar. Del mar que no veo. Más allá de las nubes.
Son unos amigos de un amigo que vive junto a un profesor que vivirá en un templo. Sí. Así es. Es una casualidad, es un misterio. Es un misterio el que nos trajo aquí sobre el tatami y nos envuelve como el aire.
Ishikawa san maneja los tazones con la precisión de mil años. El cazo de madera recoge el agua caliente de la olla y la vierte en mi taza sin asa. Suena un toc sordo cuando lo deja reposar con sumo cuidado, boca abajo, sobre el borde de la olla. Cada cosa, cada no cosa, cada movimiento y su quietud tiene su nombre. Lo sé. Lo sé y ya no importa.