Afrodita, la belleza de los mares
¿Que mejor nombre para este barco que Aphrodite? Primero porque se trata de una goleta turca, como la diosa cuyo nacimiento se disputan turcos y griegos. Y segundo por su belleza como la Venus que es en la mitología romana. Es realmente un barco espectacular y muy, muy hermoso.
Con sus 27 metros de eslora, tiene el tamaño ideal para viajar por la maravillosa costa de Gran Canaria.
Nada más subir, nos llama la atención el perfecto mantenimiento del barco, el brillo de la caoba, los mástiles de pino, las cubiertas de madera y el reluciente timón de latón que parecen sacados de un libro de piratas y corsarios. Todo el navío es comodidad, desde una popa con enormes sillones y mesas para una travesía donde poder charlar y beber entre amigos o familia, pasando por unas cómodas colchonetas sobre las que relajarnos bajo el sol grancanario y que ocupan la mayor parte de la cubierta, hasta llegar a las exclusivas tumbonas que disfrutamos en la proa, como auténticos privilegiados en alta mar, con unas vistas impresionantes y llenando nuestros pulmones de saludable aire marino.
Saliendo de Puerto Rico, nuestros ojos disfrutan con imágenes como las que nos regala Taurito, Mogán, Tasarte o Veneguera, con un destino deseado: Güigüí, una hermosísima playa a la que sólo se puede llegar por mar o caminando, lo que ha permitido que se mantenga virgen.
Desgraciadamente no se puede luchar contra los elementos, y menos en el mar. Conscientes de que la seguridad del pasaje de la Aphrodite es fundamental y prioritario, la tripulación decidió no seguir hasta la playa, así que tendremos que dejarlo para una nueva ocasión.
Pero no hay que lamentarse, ya que ya en sí el viaje en la goleta, los paisajes, el refrescante baño que disfrutamos en alta mar, la comida y la atención eran mucho mas que suficiente para aliviar la pena que nos dejaba no ver Güigüí.
Y la comida y bebida son otro de los puntos fuertes del barco, ya que la ensalada de atún y la tropical, el pollo, la carne, las papas arrugadas y las sabrosas salsas sientan de maravilla después de un día de navegación, y para los sedientos, están constantemente pasando por cubierta con vino, cerveza, cava, refrescos o agua.
Acabada la travesía, llegamos de nuevo a puerto. Y nos bajamos del barco con ganas de repetir y sobre todo de recomendarlo a todos los visitantes y a los propios isleños, ya que es una experiencia única, una forma diferente de ver la isla, divertida, cómoda y disfrutando de todo lo que nos ofrece la maravillosa costa de Gran Canaria.