Como en casa.
Veritas resultó ser el escenario idóneo para nosotras. La sensación de llegar a un lugar cálido, risueño, con gentes agradables, muebles bonitos y buenas referencias de vino nos pareció el mismísimo edén. Un espacio que nos invitaba a pasar un rato fuera de nuestra casa y a sentirnos como si nunca hubiésemos salido de ella.
Nuestros paladares dulzones se inclinaban por Verdejos y Florentius, siempre acompañados de las esenciales tostas (mi más sincera enhorabuena a la cocinera). De queso, de jamón, de tomate, de bonito, de pimientos del piquillo… hemos hecho durante el verano una cata completa y aún no podemos proclamar la tosta vencedora.