Un remanso de paz
Uno de esos hoteles difíciles de olvidar. ¿Por qué? Por su situación, su filosofía, sus atenciones... por todo. Se encuentra en Västanfjärd, en la parte sur de la isla de Kimito, en el archipiélago finlandés de Turku. Su enclave: en medio de un bosque interminable, sin prácticamente nada alrededor, sólo un tranquilo mar y paz, mucha paz. Es un hotel con una historia muy particular. Una de las dueñas, ex directiva de una famosa compañía telefónica, decidió un día cambiar su atareada vida y montar un establecimiento dedicado al descanso y al relax, para lo que eligió un lugar inmejorable. Restauraron el edificio en el que se encuentra y dedicaron todos sus esfuerzos a hacer realidad un remanso de paz único, donde uno incluso puede llegar a escuchar desde las habitaciones el chapotear de los peces en el mar. Una auténtica maravilla donde perderse, descubrirse uno mismo y disfrutar de una sensación que no todos han experimentado aún: el verdadero silencio.
La decoración tradicional es la nota dominante en todo el recinto, lo que lo hace aún más llamativo todavía.
Además, cuenta con el único restaurante a la carta de la zona (algo no muy difícil si se tiene en cuenta que está algo alejado de la civilización) y con una comida típica de una gran calidad, destacando los pescados de la zona. Y para nada caro.
En el exterior, por su parte, están preparando para finales de 2011 y principios de 2012 una sauna y una piscina tipo jacuzzi donde ofrecer aún más descanso y relax a los clientes.
Junto a todo esto, también ofrece la posibilidad de organizar reuniones o cursos en sus salones perfectamente equipados, así como celebraciones de todo tipo como bodas en un emplazamiento de lo más espectacular e inolvidable.
En cuanto a su filosofía, es muy clara. Villa Felix es un lugar dedicado a la calma, sin ruidos, sin excesos y sin sobresaltos, donde disfrutar del silencio, conocer mejor a tus acompañantes, hablar, relajarse... No es un hotel al uso, eso está claro, y según uno cruza su puerta se da cuenta de ello y se empapa rápidamente de esa filosofía. La única pega que se le puede poner (aunque en cierto modo lógica) es que por el momento sólo admiten a visitantes de 50 años o mayores, pues sus dueños consideran que es a partir de esa edad cuando uno sabe disfrutar de verdad de esa tranquilidad y paz. Yo tuve la suerte de dormir allí y puedo asegurar que es totalmente distinto a alojarse en cualquier hotel tradicional.
La atención, por otra parte, es espectacular, sin ninguna pega. El personal es muy atento, dispuesto a ayudar al cliente en cualquier cosa para que se sienta lo más cómodo posible.
Tiene web donde poder ver todo esto y más, aunque está en finlandés o sueco, pero vamos, con cualquier traductor uno se enterará bastante bien de todo.


