Bajo la lluvia y contra todo lo esperado disfrute de unas vistas inesperadas
Decir que las vistas desde aquí son una maravilla es, casi casi, una redundancia porque verdaderamente lo son. Pese al día, al viento huracanado, la torrencial lluvia y mi capa convertida en globo como para elevarme hacia el cielo y perderme entre las negras y amenazantes nubes, no lo era tanto como para arredrarme y lo emprendí. Ya estaba aquí luego de visitar la Ermita de Lourdes y mojarme como jamás en mi vida lo hubiese supuesto con lo cual me quedaban tan solo unos cuantos metros, a los tropezones y entre las piedras por cierto, pero realmente bien valió la pena hacerlo. Me desvié un poco del camino de la Ermita y me acerque al borde donde se encontraba un telescopio para poder observar enfrente pero estaba tan cerrado cielo y con niebla que no se veían más que un islote con un par de blancos faros, una barca de pescadores navegando y las blancas casitas con techos de tejas del poblado marinero de Fornells. Un tanto más adelante la fuerza de las olas rompiendo con gran estruendo y espuma contra los acantilados que penetraban el mar, mientras varias lanchas y embarcaciones de paseo salieron de la Bahía en la que se encuentra su puerto natural y a pesar del mal tiempo. Emprendimos el camino de regreso pensando cual sería nuestro siguiente paseo ya que descartado estaba poder llegarnos hasta alguna playa de las tantas bonitas que tiene Menorca pero no pudo ser.