Volcan Krafla

Pues aquí es donde vi (¡y sufrí!) el viento más fuerte de ni vida. De camino a la caldera Krafla me pregunté varias veces qué se me había perdido ahí y por qué no me había quedado en el coche calentita en lugar de torturarme arrastrándome ladera arriba sin poder casi abrir los ojos, pero ahora me alegro de haberlo hecho.
En la caldera del Krafla hay un famoso laguito verde. Nosotros lo vimos congelado, pero no por eso dejó de ser una estampa preciosa.

Krafla se encuentra en una zona de gran actividad geotérmica donde hace años se construyó una central para aprovechar esa energía. No muy lejos, hay un sitio tan asombroso como asqueroso, pero al que vale la pena echarle un vistazo.

Para llegar a Krafla, tienes que pasar por la estación eléctrica Kröflustöd, que parece sacada de una peli de ciencia ficción.

Es muy salvaje, apartada y extensa, pero cuando te acercas al cráter principal, stora-viti, alucinas. Tiene un color, un ambiente...encima tan grande...es bastante impresionante y más si tienes la suerte de estar solo sin turistas.

Al lado hay otros 2 cráteres, uno de color ocre y otro de color verde. Algunas veces por la niebla no se ven, pero están ahí.

Jamás me había sentido fuera de la tierra hasta que llegué al Volcán Krafla, al norte de Islandia en la región de Mývatn. Fue una sensación cercana a la que deben sentir la Nasa cuando descubre algún planeta inesperado. Krafla es una caldera volcánica de aproximadamente 10 km de diámetro con una larga zona de fisuras de 90 km donde puedes caminar entre columnas de humo y da la sensación de que la tierra va a explotar de un momento a otro. Se pueden observar muchas fumarolas con un característico olor a azufre (o a huevos podridos) pero ojo con acercarse demasiado (algún insensato a fallecido engullido