Pedro Jareño
El puente rojo
Como comentaba en la experiencia del rincón del puente de Erasmo, Róterdam se me ha quedado grabada como la ciudad de los puentes. Quizá el contraste entre el blanco del mentado y este sea la causa, no lo sé.
O quizá el recuerdo de subir en bicicleta (totalmente recomendable, por cierto) la enorme cuesta que tiene este puentecillo, que desde lejos no se aprecia pero que con las bicis de freno de tambor holandesas... tela).
Lo cierto es que su figura, majestuosa, preside casi todos los perfiles de la ciudad y le da un toque de color a esta bella ciudad moderna y vanguardista.
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