Es como un museo al aire libre en el...
Es como un museo al aire libre en el que se muestra un pueblo típico holandés y una serie de molinos, totalmente restaurados y en funcionamiento.
Se recrea también una fábrica de queso y una de zuecos, con demostraciones en directo.
La entrada es gratuita. Lo que pagas es el parking (7 €), la entrada a un molino (3 €) y lo que te compres en las distintas tiendas. El estado holandés arregló las casas para que los artesanos se estableciesen en ellas y mostrasen sus habilidades. También cuenta con un bar-cafetería dentro del poblado y, al otro lado del parking, hay un edificio moderno dedicado a museo, tienda y cafetería. A la entrada del pueblo hay unos baños públicos, pero son de monedas.
Nosotros entramos en un molino que hacía tinturas en polvo, supongo que para pintar y teñir. Porque aquí los molinos no son solo para moler cereal, cada uno se dedica a una cosa distinta. Una vez dentro del molino te das cuenta de lo grandes que son. Ves todos los engranajes, las muelas, las aspas.... Y vas subiendo a las distintas plantas por unas escaleras muy empinadas. Las vistas desde arriba del todo son preciosas.


