Con una historia milenaria, Pekín es el corazón de la China imperial. Lo muestra la impresionante y famosa Ciudad Prohibida, que ha sido sede de los emperadores chinos durante más de 800 años y cuenta con un gran número de monumentos históricos y diversos lugares nombrados Patrimonio de la Humanidad. Viajar a Pekín es hacerlo a una ciudad de contrastes, donde conviven historia gloriosa y edificios súper modernos. Los amantes de las delicias chinas no podrán dejar de acercarse a los “hutongs”, tradicionales barrios con muestras exquisitas como el dim-sum. Muchos turistas deciden visitar Pekín como punto de partida para acercarse a la Gran Muralla China.
Haciendo turismo en Pekín nos rodearemos de uno de los patrimonios históricos más ricos del mundo, con la Ciudad Prohibida como principal protagonista. Este complejo imperial de casi 1.000 edificios nos dejará sin aliento, pero no es el único lugar destacable. Si queremos disfrutar de un rato de paz y espiritualidad el mejor lugar es el Templo del Cielo.
Pero sin duda alguna el monumento más popular de la ciudad y casi de todo el mundo es la impresionante Gran Muralla, una obra de más de 600km con algunos tramos que pasan cerca de Pekín, lo que hace que pasear por ellos sea un imprescindible si vienes a la ciudad.
Los viajes a Pekín son directamente al alma de China, ya que gracias a las ceremonias de la Plaza de Tiananmén (un símbolo de la ciudad) o los paseos por los “hutongs” y sus mercados tradicionales y teterías, nos harán conectar de una forma especial y muy profunda con la arraigada tradición oriental.
Al conocer Pekín contemplaremos que posee un lado moderno muy fomentado por las Olimpiadas, las cuales regalaron a la ciudad ejemplares arquitectónicos maravillosos como el Gran Teatro Nacional de China, más conocido como “El Huevo” por su peculiar forma ovalada, y los amantes de la moda y la electrónica de alta gama se deleitarán con los barrios de Wangfujing y Hongqiao.