Peñíscola es un pueblo de la provincia de Castellón y un destino clásico de la Costa de Azahar. Un lugar idílico donde se mezcla el turismo de sol y playa, familiar y cultural. A lo largo de los siglos, los fenicios, griegos, romanos y musulmanes han dejado huella en la historia de esta ciudad medieval, construida sobre un peñón rocoso en el interior del mar. Su casco histórico es un laberinto de casas blancas, pintorescas, tiendas, galerías y restaurantes a la sombre del orgullo Castillo Templario.
En lo alto del peñón, se dibuja la ciudad de Peñíscola, destino ideal para aquellos que quieren disfrutar del turismo cultural. Si vas a visitar Peñíscola puedes comenzar descubriendo El Castillo del Papa Luna. Situado en la parte más elevada del peñón, es el edificio más importante de la ciudad por sus orígenes templarios. Otros lugares donde puedes conseguir estupendas vistas de la ciudad y el entorno son desde la Plaza de Armas y la Torre del Homenaje. Aunque la mejor manera de conocer Peñíscola a fondo es adentrarse por los estrechos callejones de esta ciudad medieval, donde caminarás por sus sobrias murallas. Uno de los edificios más imponentes con los que te vas a encontrar es la Ermita de la Virgen de la Ermitana, situada en lo alto del peñón y al lado del castillo.
El turismo en Peñíscola viene motivado también por sus fabulosas playas de arena blanca. La Playa Norte es perfecta para pasar un día en familia, y la Playa Sur, ideal para practicar deportes náuticos como el kayak o el windsurf. Rodeando la ciudad también se encuentran numerosas calas como la del Moro o la de Puerto Azul, donde poder hacer snorkel.
Además, al viajar a Peñíscola, aquellos que disfrutan de las actividades al aire libre podrán hacer excursiones por el Parque Natural de la Sierra de Irta. Como hemos visto, los viajes a Peñíscola son una diversa mezcla de ocio que puede incluir en el mismo día un apacible paseo por la sierra, un relajante baño en la playa y, para acabar, un paseo por su casco histórico.